En la práctica clínica se tiende al uso frecuente de términos incorrectos para designar algunas de las pruebas de laboratorio. Este uso se deriva por lo general de la confusión de pares de términos relacionados entre sí pero con diferentes significados. Ejemplos de términos utilizados de forma incorrecta o dudosa son: glicemia-glucemia, hemoglobina glicosilada, fósforo, microalbuminuria, osmolaridad y urea. Por otra parte, a nivel fonético se observan errores de pronunciación de los nombres científicos en latín de los microorganismos. Dentro de los errores más frecuentes se encuentran la incorrecta pronunciación de la letra ch como en Escherichia y la letra ll como en mellitus.